martes, 31 de diciembre de 2013

SORPRENDENTE VASO GRIEGO ITALIOTA EN EL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE OSUNA (SEVILLA)

     Recientemente ha ingresado en el Museo Arqueológico de Osuna (Torre del Agua) un interesante vaso griego, que ha resultado no solo sorprendente, sino particularmente extraordinario (figura 1), como trataremos de exponer. Aunque de todo ello también ha quedado constancia en una muy reciente publicación (Pachón y Cascajosa, 2013), destaquemos aquí que se ha presentado como un hallazgo procedente del yacimiento arqueológico de la propia localidad sevillana, algo que requiere una cierta consideración.

1. Vaso del Museo Arqueológico de Osuna: interior, exterior y perfil (© J. A. PACHÓN, 2013).

    Es un caso llamativamente sorprendente, porque los hallazgos de cerámicas griegas que se han podido conocer en el municipio sevillano habían sido hasta el momento algo bastante diferente a la de este último caso, concretamente muy escasos fragmentos de copas (cílicas) de figuras rojas, emparentados con la producción ática del Pintor de Viena 116, que tuvo una amplia difusión en el territorio peninsular durante el siglo IV a.C.: 
     No obstante, el sitio señalado de procedencia del hallazgo coincide con la disposición tradicional de una de las necrópolis que, habitualmente y con descubrimientos contrastados, se ha venido adscribiendo a la época y civilización turdetana, ibérica o, más generalmente, prerromana del yacimiento arqueológico de Osuna (figura 2), como nosotros mismos hemos podido estudiar en varias ocasiones (Pachón y Ruiz, 2005; Pachón, 2008 y 2011). Por lo que, en principio, no sería de extrañar una recuperación patrimonial de estas características, cuya cronología es fácilmente asociable con esos parámetros temporales y culturales.

2. Situación indiciaria del hallazgo cerámico griego, al este del yacimiento y de la actual población de Osuna. A partir de una imagen original de Gooble Earth ©.

     Por otro lado, las dudas que sobre la aparición de este novedoso vaso grequizante pueden tenerse, respecto de la localización del hallazgo, derivadas fundamentalmente de la singularidad del mismo que luego analizaremos, pierden algo de fuerza por las vicisitudes que el espacio teórico de procedencia ha padecido en los últimos tiempos. Ese espacio se corresponde con el viejo Garrotal de Engel, conocido desde las excavaciones francesas de principios de siglo pasado (Engel y Paris, 1906 y 1999) y de donde proceden bastantes noticias de diversas recuperaciones arqueológicas a lo largo del tiempo. La última constatación del interés del sitio se debió a los resultados de una prospección arqueológica superficial (Jofre et alii, 2009), realizada a fin de valorar su trascendencia patrimonial, porque el dueño de los terrenos pretendía levantar los antiguos olivos de la finca y reponerlos con plantones nuevos, afectando a una parte del ya declarado BIC de Osuna.
     Remitido el informe de aquella prospección, la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura en Sevilla emitió una resolución administrativa en la que se indicaba que habría de respetarse una franja de seguridad en torno a los 20 metros desde el lindero occidental de la parcela 77, al haberse documentado la existencia de estructuras arqueológicas en dicha zona, advirtiendo que en cumplimiento del artículo 50 de la Ley 14/2007, de 26 de noviembre del Patrimonio Histórico de Andalucía, sus promotores tienen la obligación de notificarnos la aparición de restos o evidencias arqueológicas que pudieran ser detectadas en el transcurso de las labores de arranque y nueva plantación de olivos mencionadas. (Resolución de 09/10/2009, sobre asunto ‘Memoria Cueva del Caracol’, con registro de salida nº 200970200004721 de 23 de octubre).
     
3. Detalle comparativo del Garrotal de Engel entre 2004 (arriba) y 2011 (abajo), mostrándose cuando conservaba la explotación de olivos y tras su extracción. (A partir de dos originales de Google Earth)

     Por las imágenes que recogemos en nuestra figura 3 (abajo), esa franja se respetó como demuestra la hilera de olivos persistente dentro de la delimitación con rojo que hemos incluido en la imagen, junto con la extensión del terreno de Engel; pero se procedió al levantamiento del resto de los olivos por parte del titular de la finca con unas consecuencuas bastante previsibles y visibles, aunque sabemos que no se dió cuenta de ningún hallazgo que realmente se hubiera producido. No obstante, la alteración de ese espacio, como demuestra la comparación de las dos imágenes de esa misma figura, antes y después de los trabajos de extracción de las viejas plantas, no permitirían asegurar en ningún caso que el proceso de transformación del mismo fuese totalmente inocuo, respecto de los vestigios arqueológicos subyacentes, sino todo lo contrario. Por lo que tampoco abrigamos esperanza alguna de que el silencio de los artífices de la transformación se debiese precisamente a una ausencia real de hallazgos. De hecho, los trabajos afectaron también a la parte sur de la finca actual (círculo con estrella de la figura 3, abajo), fuera ya de los límites del propio Garrotal de Engel, junto al Camino de Aguadulce, nombre que oculta la antigua denominación de Vereda de Granada, donde sí existen restos de otra necrópolis, romana en este caso (de la que gran parte de sus ajuares se conservan en las vitrinas del Museo de Osuna), y donde es seguro que las raíces de los viejos olivos al arrancarse tuvieron que alumbrar un importante volumen de vestigios procedentes de las tumbas allí existentes, pero que tampoco se comunicaron a las autoridades competentes.
   En estas circunstancias, no debe parecernos extraño que también se produjese algún hallazgo en al zona alterada del Garrotal de Engel, donde presumimos debía extenderse la necrópolis turdetana que conocemos al otro lado del Camino de San José (Pachón, 2011) y de donde se nos indica la procedencia del nuevo vaso griego del Museo.
     Otra cosa es la peculiaridad del vaso, que supone un hallazgo único en los repertorios al uso de este tipo de vasijas en la Península Ibérica. En primer lugar se trataría de una de las típicos artículos producidos en el sur de Italia, por lo que bajo el genérico nombre de producción italiota se incluye un conjunto variado de artículos cerámicos de distinta procedencia, pero que en conjunto incluye vasos decorados con figuras rojas durante un periodo superior al de un siglo (430/300 a. C., aproximadamente). Su relación con la pintura cerámica ática está demostrada, al menos en su primera fase, en lo que se llama cerámica protoitaliota, aunque en la mayor parte de su desarrollo productivo derivó hacia soluciones ornamentales de gusto local, donde se ha apreciado más vivacidad y una expresividad muy espontánea, con figuraciones de carácter popular. Estos productos ofrecen mayor carga ornamental que sus hermanos áticos, aunque no todos tienen un mismo criterio estilístico, sino que serían producciones variables y discontinuas, diferenciadas en diversas escuelas alfareras locales, entre otras, las de Apulia, Campania, Lucania o Paestum (cerámica pestana).

El tipo de cuenco abrierto sin pie (plato o escudilla) que se puede reconocer en el recipiente del Museo Arqueológico de Osuna sería, efectivamente, un producto de los talleres de Apulia, correspondiente al período tardío (Denoyelle et alii. 2005), diferente a las producciones anteriores de las fases proto-apula, antigua o media. Por tanto, se correspondería con un periodo cronológico que cabría situar a partir de los alrededores del 325 a.C. y con un desarrollo que podría haber concluido en torno al 275 a.C. (Mazzei 1996: 403).

4. Hallazgos de cerámicas de barniz rojo de Apulia: 1. Castellones de Céal; 2. Toya; 3. Castulo; 4. Osuna. Cerámicas helenísticas de Apulia: 5. Cartagena. (Imagen base: © Google Earth, 2013)

La pregunta entonces sería si el vaso de Osuna es un hallazgo enuinamente andaluz o un objeto introducido desde los mercados de antigüedades. En realidad, aunque no en modelos paralelizables al nuestro, existen registros de otras cerámicas de Apulia del siglo IV a.C. en Andalucía, escasas pero reales (figura 4). Todos se corresponden con hallazgos de la provincia de Jaén: de las necrópolis de Castellones de Céal, en Hinojares; la de Toya, en Peal de Becerro y las de Los Patos y Baños de la Muela, en Castulo, Linares. Se trataría de fragmentos de dos copas, en el primero de los casos (1.1 y 1.2); del fragmento de una crátera de campana, para el segundo (2.1) y de restos de otra copa (3.1) y de una segunda crátera (3.2), respectivamente, para los hallazgos de Castulo. Por las cronologías que los autores han aportado para esos fragmentos, de la primera mitad del siglo IV a.C., en Castellones y Toya; de mediados de ese mismo siglo en Los Patos y del segundo cuarto de la misma centuria en Baños de la Muela, se apreciaría una cierta homogeneidad cronológica en un conjunto importado anterior al caso del Museo de Osuna, que estaría en la segunda mitad del IV, pero a partir de sus últimos veinticinco años.
De todas formas, también hay referencias de importaciones italiotas aún más tardías en un conjunto helenístico recogido en Cartagena, ya del siglo III a.C., por lo que el ejemplar de Osuna, rellenaría –en lo cronológico– el hueco que parecería existir entre aquellos productos y los más recientes. Esta disposición temporal mostraría un espectro comercial más razonable, con una indudable continuidad que explicaría el mantenimiento de una corriente de intercambio entre la Península y los centros productivos itálicos de Apulia; además de hacer posible la llegada a la Baja de Andalucía de artículos como el que se conserva en el Museo de Osuna. Aunque, mientras no se produzcan más hallazgos similares, solo podríamos mantener nuestra posición bajo la consideración de una hipótesis plausible.
     Finamente indicar que el texto completo del artículo (fig. 5) de referencia, publicado en el nº 15 de los Cuadernos de los Amigos de los Museos (Pachón y Cascajosa, 2013), donde se incluyen otros aspectos de interés, puede encontrarse íntegramente en el siguiente enlace:

5. Primera página del artículo sobre el vaso de Osuna (Pachón y Cascajosa, 2013)


BIBLIOGRAFÍA

DENOYELLE, M., LIPPOLIS, E., MAZZEI, M. et  POUZADOUX, Cl. (Éd.) (2005): La céramique apulienne. Bilan et perspectives, Actes de la Table ronde de Naples (30 nov.-2 déc. 2000). Collection du Centre Jean Bérard de Naples, 21. Naples.
ENGEL, A. y PARIS, P. (1906): «Une forteresse ibérique à Osuna. (Fouilles de 1903)». Nouvelles Archives des Missions Scientifiques, XIII, 4. Paris, pp. 357-491.
ENGEL, A. y PARIS, P. (1999): Una fortaleza ibérica en Osuna. Estudio preliminar, traducción y facsímil de J. A. Pachón, M. Pastor y P. Rouillard. Granada.
JOFRE SERRA, C.A., ROMÁN PUNZÓN, J.M., MANCILLA CABELLO, Mª I., RIVAS ANTEQUERA, Mª J, y PACHÓN ROMERO, J.A. (2009): Prospección arqueológica superficial en la finca «Cueva del Caracol», Osuna (Sevilla), 2008. Memoria preliminar y Memoria de actividad arqueológica preventiva presentada a la Junta de Andalucía. Sevilla.
MAZZEI, M. (1996): «Lo stile apulo tardo», En E. Lippolis (Èd.): I Greci in Occidenti: Arte e artigianato in Magna Grecia. Electa Napoli. Napoli, pp. 403-406.
PACHÓN ROMERO, J.A. (2008): «Construcciones funerarias tras la muralla Engel/Paris de Osuna». Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, 10. Osuna, pp. 20-24.
PACHÓN ROMERO, J.A. (2011): «Carros de bronce en la necrópolis prerromana de Osuna». Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, 13. Osuna, pp. 45-52.
PACHÓN ROMERO, J.A. y CASCAJOSA SÁNCHEZ, L. (2013): «Vaso griego italiota del Museo Arqueológico de Osuna: defensa y ética patrimonial». Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna. Osuna, pp. 71-77.
PACHÓN ROMERO, J.A. y RUIZ CECILIA, J.I. (2005): «La muralla Engel/Paris y la necrópolis orientalizante de Osuna». Florentia Iliberritana, 16. Granada, pp. 383-423.
TRENDALL, A. D. and CAMBITOGLOU, A. (1982): The Red-Figured Vases of Apulia II, Oxford.

No hay comentarios:

Publicar un comentario