miércoles, 4 de abril de 2012

EL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE OSUNA (SEVILLA) Y SUS CONTENIDOS ORIENTALIZANTES, UNA RAZÓN MÁS PARA VISITARLO

Entrada al Museo Arqueológico de Osuna y vista general de su ubicación en la Torre del Agua

El Museo de Osuna se fundó en los años sesenta del pasado siglo, gracias a la ingente labor patrimonial que realizara D. Manuel Rodríguez-Buzón Calle (†), al crear el Patronato de Arte y sus derivadas más significativas: el Museo de Arte Sacro de la Colegiata y el propio Museo Arqueológico. Desde entonces, buena parte de las acciones patrimoniales realizadas en la villa ducal llevan la rúbrica de ese patronato que, directamente, o con el concurso de otros organismos como el Ayuntamiento, Junta de Andalucía, Diputación y Comunidad Europea, entre otros, ha sabido mantener para la ciudad la mayor parte del patrimonio histórico local.
Hoy, el Museo Arqueológico, dirigido por D. Lorenzo Cascajosa Sánchez, muestra una equilibrada colección arqueológica que, básicamente, recoge toda la trayectoria cultural de Osuna desde tiempos prehistóricos (Edad del Cobre) hasta la época medieval, basada en los hallazgos de yacimientos locales. Sin faltar copias de los más representativos bienes materiales que se recuperaron en la Osuna ibérica y romana, pero conservados en el Arqueológico Nacional.

Una de las salas superiores, con bóveda pétrea de cañón y vitrinas con contenidos romanos

Junto a ello, en los últimos años se han podido reunir algunos elementos de territorios al margen del término municipal de Osuna, aunque lo bastante cercanos, como para asegurar una clara relación con los propios desarrollos culturales del pasado ursaonense. Esta política de adquisiciones, controlada por la dirección del Museo, tiene un claro sentido didáctico y conceptual, al permitir disponer de una colección material de evidente uniformidad con cuyo criterio no se pierde la más adecuada contextualización de la arqueología local. Entre esas adquisiciones destaca el muy interesante vaso caliciforme con decoración orientalizante, que queremos volver  a recordar aquí.

Sala superior con bóveda latericia de crucería, donde se encuentra el vaso caliciforme (círculo rojo)

De las características de este recipiente caliciforme, con claras reminiscencias de las célebres formas ‘à chardon’, ya se ha escrito bastante bajo nuestra directa responsabilidad [J. A. Pachón y C. Aníbal, “La época orientalizante en La Roda (Sevilla). Un vaso cerámico del Museo Arqueológico de Osuna. Revista de Arqueología. 219 (1999), pp. 123-142; Ídem, Un vaso chardón orientalizante en el Museo Arquelógico de Osuna (Sevilla). Estudio y reconstrucción. Florentia Iliberritana.11 (2000), pp. 265-292; J. A. Pachón y J. Carrasco, Las cerámicas policromas orientalizantes y del Bronce Final desde la perspectiva granadina. Biblioteca de  Humanidades, Arte y Arqueología, 62. Universidad de Granada, 2005, pp. 103-125].
Se trata de un recipiente cerámico de larga peripecia interpretativa, respecto de la procedencia del hallazgo, puesto que inicialmente se apuntó su posible recuperación en los alrededores de la localidad sevillana de La Roda; más tarde, indicamos equívocamente otro origen en Pedrera [J. A. Pachón, “Rasgos orientalizantes en tumbas rupestres de la necrópolis de Osuna: datos de su antigüedad, Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, 12, 2010, pp. 48-55, en espacial p. 51 (http://independent.academia.edu/JuanAntonioPach%C3%B3nRomero/Papers)]. Hoy, gracias a las amables gestiones e información del propio Lorenzo Cascajosa, podemos asegurar con plena seguridad que la vasija hizo su aparición en Gilena, en unas obras de un polígono empresarial, en el margen de la carretera que conduce a Pedrera.

Dibujo y desarrollo del vaso policromo orientalizante de Gilena, Sevilla (Museo Arqueológico de Osuna)

Pese a tratarse, probablemente, de una de las producciones cerámicas finales de toda la serie policroma orientalizante andaluza, este pequeño recipiente condensa en sí mismo todas las características iconográficas conocidas, no solo de los casos existentes de la alfarería orientalizante con pintura figurativa, sino también de los repertorios decorativos superficiales de los objetos de marfil [H. Le Meaux, “Les ivoires « orientalisants » de la péninsule Ibérique: réflexions stylistiques”, Mélanges de la Casa de Velázquez, 36-2 (2002), pp. 187-210 (http://mcv.revues.org/2402)] y de los realizados en metal (J. Jiménez Ávila, La toréutica orientalizante en la Península Ibérica, Bibliotheca Archaeologica Hispana, 26. Real  Academia de la Historia, 2002).

Vaso de Gilena. Las tres imágenes de la izquierda muestran, en giro hacia ese mismo lado, el desarrollo de la composición figurativa. La imagen de la derecha recoge el vaso, restaurado, tal como hoy se muestra en el Arqueológico de Osuna

Quizás haya sido la campiña sevillana una de las zonas más proclives a estos hallazgos, al menos por la magnificencia de los representantes de Montemolín, Marchena [F. Chaves y Mª L. De la Bandera, “Figürlich verzierte Keramik aus dem Guadalquivir-Gebiet. Die Funde von Montemolin (bei Marchena, Prov. Sevilla), Madrider Mitteilungen, 27 (1986), pp. 118-50] y Carmona [J. L. Escacena, Mª Belén, R. Anglada, A. Jiménez y R. Lineros, Arqueología en Carmona (Sevilla). Excavaciones en la Casa-Palacio del Marqués de Saltillo. Sevilla. Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. 1997]. Pero Osuna tampoco es ajena a la presencia de un vaso como el representado en su museo, ya que se dispone de suficientes referencias de fragmentos cerámicos similares en lugares de su término municipal.
     Así, se han encontrado en los alrededores inmediatos de Pajares (F. Didierjean, “Enceintes urbaines antiques dans la province de Seville”, Prospeccions aèriennes. Les paysages et leur histoire. Cinq campagnes de la Casa de Velázquez, Paris, 1983, pp. 73-80, en especial 74 ss.) o en los también cercanos sitios de Cerro Alcalá [J.A. Pachón, J. Carrasco y C. Aníbal, “Decoración figurada y cerámicas orientalizantes. Estado de la cuestión a la luz de los nuevos hallazgos”, Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, 14-15 (1989-90), pp. 209-272, en especial 221 ss., fig. 4D1], del que también se conserva un fragmento en el Museo de Osuna, o en Cerro Granados [Mª L. de La Bandera, A. Romo, F. Sierra y J. M. Vargas, “Cerro Gordo, un yacimiento orientalizante de la sierra sur sevillana (Gilena, Sevilla)”, Habis, 20 (1989), pp. 293-306], que podría incluso estar conectado vitalmente con el sitio de procedencia del vaso chardón. Todo, por no hablar de las tumbas orientalizantes de la propia Osuna [S. Dardaine y P. Rouillard, “Osuna (Séville). Tombes orientalisantes”, Antiquités de l’Espagne, Paris, 1997, pp. 26-28] con su peine ebúrneo decorado (tumba A), en el que la composición figurativa se acerca bastante al concepto ornamental de la vasija de Gilena:

Peine de marfil (anverso y reverso) de Osuna, a partir del original de M. E, Aubet, Marfiles fenicios del Bajo Guadalquivir. I. Cruz del negro, Studia Archaeologica, 52 (1979). Musée des Antiquités nationales, Saint-Germain-en-Laye, Dépôt du Musée du Louvre, Département des Antiquités Orientales, AM 1139

Todas estas referencias, en torno al vaso de Gilena, deberían invitarnos a hacer una visita obligada al Museo Arqueológico de Osuna, donde podrá conocerse tan relevante bien patrimonial. Un objeto que, en la vertiente orientalizante, debiera complementarse con otras visitas que resultan cercanas en esta comarca y sus territorios colindantes. Nos referimos a los museos de Estepa, necesarios para conocer las cerámicas orientalizantes del Cerro de San Cristóbal y las pertenecientes a la antigua colección arqueológica del padre franciscano Martín Recio; acabando con una visita al Museo de Cabra, donde se conserva otro importante lote de vasijas con decoración de la misma época (J. Blánquez, Cerámicas orientalizantes del Museo de Cabra, Ayuntamiento de Cabra, 2003).

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