domingo, 25 de junio de 2023

SOBRE EL INDOLENTE SILENCIO DE OSUNA ANTE SUS PÉRDIDAS PATRIMONIALES

Nuestra anterior publicación en este blog giró en torno a la pérdida, desaparición o traslado oscuro, de cuatro cuadros dieciochescos de Osuna que, sorpresivamente, habían aparecido en una parroquia de la Puebla de Cazalla. Un verdadero atentado patrimonial perpetrado sin explicación alguna o, al menos, sin justificación pública de lo sucedido, ni siquiera a las instituciones locales que llevan décadas dedicadas al difícil, impagado y poco reconocido ejercicio de custodiar, conservar, restaurar y estudiar el extenso legado milenario de la antiquísima villa sevillana.

Pero insistir en el problema viene obligado por la desagradable constatación de no haber encontrado prensa escrita alguna que, a fecha de hoy, haya tenido la sensibilidad de hacerse eco de este suceso tan deplorable. Algo, a lo que ahora se une la callada respuesta del periódico local ursaonés El Pespunte, ante el escrito que le hemos enviado solicitando su publicación y que reproducimos más abajo. Con ello, este medio de comunicación local, pese a su grueso slogan de periódico joven, libre e independiente parece volver a prácticas periodísticas que empiezan a parecernos más antiguas, menos libres para los colaboradores y de dudosa independencia.






lunes, 22 de mayo de 2023

REIVINDICACIÓN EN OSUNA POR CUATRO CUADROS CEDIDOS A LA PUEBLA DE CAZALLA SIN CONOCIMIENTO PÚBLICO

 El 'misterioso' traslado a la Puebla de Cazalla de cuatro cuadros dieciochescos del antiguo convento jesuítico de San Carlos de Osuna, sin ninguna explicación previa, ha producido una polémica reacción de asociaciones culturales, intelectuales y estudiosos locales, políticos de todo signo, feligreses y miembros de la sociedad civil. Ante esta problemática, con el acicate de la ausencia de una solución que satisfaga las legítimas reivindicaciones patrimoniales de los ursaonenses, no podemos permanecer callados y nos sentimos obligados a expresar lo siguiente:


martes, 8 de noviembre de 2022

2022. EXCAVACIÓN EN MESA DE FORNES, GRANADA: UNA MIRADA DESDE EL CIELO

 

1. La Mesa de Fornes, desde el oeste, según panorámica obtenida de varias imágenes extraídas del vídeo grabado el 30 de octubre. En el extremo de la izquierda se aprecia la torre de vigilancia forestal que señala el límite meridional del asentamiento protohistórico. (Vuelo de dron realizado por A. Centeno).

En la Mesa de Fornes, por primera vez, desde mediados del pasado octubre, a partir del día 14 y durante todos los fines de semana hasta el puente festivo de Todos los Santos, se han desarrollado excavaciones arqueológicas dirigidas por el catedrático doctor don Andrés María Adroher Auroux, el concurso de un grupo de miembros de la Universidad de Granada y del Centro de Estudios de Arqueología Bastetana (CEAB), así como voluntarios de Fornes, junto al auspicio financiero del Ayuntamiento de la localidad granadina y de la Excma. Diputación Provincial. Los trabajos se han venido realizando en el viejo y conocido sitio arqueológico del que ya hemos dado abundantes referencias en otro espacio digital (https://japr5.blogspot.com/search?q=Fornes), así como en alguno de los posts incluidos en la página que en Facebook hemos creado al amparo de este acontecimiento eilustrar lo que iba sucediendo (https://www.facebook.com/groups/912610739708506/permalink/913341036302143/), junto a otras aportaciones científicas, cuyas referencias bibliográficas han sido recogidas en esas dos direcciones digitales, por lo que no vamos a tener que extendernos aquí en esos particulares.

El hecho es que los resultados obtenidos por esta primera investigación de campo han superado prácticamente todas las expectativas que se habían venido suscitando, por lo que cabe esperarse la continuidad de los trabajos en sucesivas campañas futuras y que las humildes aportaciones económicas recibidas hasta ahora puedan crecer para compensar con mayor suficiencia las muchas y obligadas necesidades que demanda un yacimiento arqueológico con las características patrimoniales tan peculiares como las que se reúnen en él.

Sin tener que desgranar en profundidad los resultados de la investigación desarrollada, que deberán esperar a la publicación oficial de los primeros análisis proyectados por la excavación, el empleo de nuevos elementos de visualización innovadores, con los que se ha podido contar, han aportado a esta investigación elementos de juicio que, de otro modo, serían más difíciles de consideración y perjudicarían la comprensión de conjunto que necesitará la explicación global del sitio. Nos referimos específicamente a las posibilidades de representación, visualización y de análisis gráfico que hoy ofrecen los vuelos de dron, aplicados a la arqueología (https://www.academia.edu/80060282/Dro-nes_in_Archaeology_State_of_the_art_and_Future_Perspectives), técnica que en esta ocasión hemos podido utilizar con determinadas variables, aprovechando las ventajas que estos pequeños artilugios ofrecen ante aviones, helicópteros, globos y satélites espaciales, al dotar a sus grabaciones de un mejor acercamiento por la menor altura con que vuelan frente a sus tradicionales competidores, tamaño reducido para esquivar obstáculos estáticos, sin olvidar su enorme maniobrabilidad de acción, en lo que tampoco tendrían ninguna posible competencia.

2. Vista aérea, ligeramente oblicua, de Mesa de Fornes desde septentrión. En ella se observan los escarpados límites naturales de tres de sus lados: este, norte y oeste, de izquierda a derecha. (Imagen obtenida del mismo vuelo anterior).

Concretamente, para esta investigación hemos podido contar con varios vuelos de dron, de los que vamos a referirnos aquí al realizado graciosamente por don Alfonso Centeno Gómez, de cuyo resultado videográfico hemos acabado extrayendo todas las imágenes con que hemos podido ilustrar este trabajo. El interés de los mismos se centra fundamentalmente en que aportan perspectivas visuales imposibles de alcanzar por otros métodos tradicionales del registro gráfico aéreo, facilitando múltiples tareas de interpretación. Por ello, en esta ocasión nos apoyaremos solo en algunas de esas representaciones gráficas para asomarnos someramente a los avances que en estos días se han obtenido, a partir de estas primeras excavaciones realizadas en la Mesa de Fornes.

El lugar donde se han desarrollado los trabajos ocupa una parte bastante limitada de la muy amplia meseta, de alrededor de 3,5 km. de longitud (fig. 1). Realmente, lo arqueológico está reducido ‒por lo que conocemos‒ a su extremo septentrional, ocupando una extensión lineal de aproximadamente 310 m. de largo. Todo, para poder disfrutar de un ensanchamiento en dicha parte del altozano de hasta unos 224 m. de anchura máxima, que fue utilizado como espacio de habitación y de producción económica, también estratégico, más ajustado, pero más fácilmente defendible por la particular constitución topográfica de esa parte del terreno, que venía facilitada por estar provista de un límite perimetral muy marcado con cantiles irregulares, casi verticales, por tres de sus lados: oeste, norte y este (fig. 2). El único sitio accesible desde la propia meseta se sitúa en el límite sur/sureste, donde se señalaba antes de las excavaciones un bloqueo artificial, a modo de muralla de cierre, que separaba el área habitada del resto de la prolongación amesetada hacia mediodía. Aquí la anchura llega a ser un poco menos de cien metros (c. 92,5). Una configuración topográfica del sitio que dotaba al lugar de una serie de características propias, hasta el punto de haber servido para poder clasificar su especial topología dentro de la taxonomía de sitios ibéricos que Pierre Moret estudió, a partir de finales del Bronce y que, en este caso, cabría denominar con el calificativo de espolón cortado (éperon barré) que hoy le confiere su especial personalidad y ese perfil tan peculiarísimo y tan claramente reconocible.

3. Vista aérea septentrional de la muralla de Mesa de Fornes. A su izquierda, la torre de vigilancia y, casi en el extremo opuesto, el vértice geodésico 104106 (cota 1080,63 m.), a partir del mismo vuelo anterior.

Antes de los trabajos de campo que se han terminado realizando, lo que sabíamos del yacimiento era que se trataría de un asentamiento protohistórico que debió haber existido, aproximadamente, durante el proceso de cambio cultural que representó la transición entre el Bronce Final y los inicios de la Edad del Hierro. Eso, al menos, es lo que habíamos podido deducir por el estudio aislado de los materiales arqueológicos de superficie que conocíamos en la Mesa de Fornes. También habíamos convenido mayoritariamente un juicio de valor previo, que el sitio tendría que haber sido monofásico: básicamente, que tuvo una evolución vital relativamente corta y sólo comprendiendo un único momento cultural.

Junto a ello, la barrera artificial que separa el espacio habitado con el resto de la meseta donde se asienta (fig. 3), al margen de su inequívoco origen humano, queríamos considerarla una auténtica muralla; aunque el aspecto que ofrecía, antes de cualquier remoción, era el de un simple amontonamiento bastante irregular de piedras, en el que no era descartable que se hubiese producido una utilización como majano ocasional, donde los agricultores –que explotaron el sitio hasta el segundo cuarto del siglo XX– debieron acumular las piedras más sueltas que el arado tradicional descubría y levantaba al roturar periódicamente aquellas tierras.

Pero, majanos que también se habían ido acumulando, aunque en menor cantidad y volumen, en otros lugares del interior del reducto habitado, en tiempos de su utilización histórica agrícola, con posterioridad al uso como hábitat en periodos bastante más antiguos. La acumulación de piedras con la construcción subyacente alcanzaba más de cinco metros de altura, sobre la planicie mayormente pedregosa de la meseta de apoyo. Una altura demasiado elevada como para achacarla solo a una acumulación espontánea de piedra por los agricultores, sin contar con una infraestructura previa que le hubiese servido de apoyo. En suma, una chocante elevación que corta el extremo norte de la meseta de parte a parte y que, aún hoy, sigue constituyendo el relieve más eminente de estos alrededores (fig. 4).

4. Cierre murario sur de Mesa de Fornes, desde el este. A partir del vuelo de A. Centeno.

Pero eso solo representaba una deducción lógica, apoyada a lo sumo en la presencia más exclusiva de restos materiales arqueológicos dentro del espacio que la supuesta muralla aislaba en el extremo norte de la meseta. Para poder materializarla y justificarla con más fundamento habría que demostrar que ese cierre sur era en realidad una muralla, hecho que habría que comprobarlo mediante la excavación. Por eso, las tareas de campo que se han llevado a cabo se han centrado en la actuación sobre aquella posible muralla, además de dos cortes en el interior del hábitat para obtener una muestra de las posibilidades estratigráficas del yacimiento que, en función de los resultados obtenidos, se cancelarán o continuarán en sucesivas campañas de exploración. Aunque, como ya hemos dicho, la mayor atención se la ha llevado el cerramiento murario, donde se ha practicado un corte transversal (fig. 5) con el que ha podido evidenciarse hacia el lado sur la presencia parcial de la fachada de un gran muro con alzado de tendencia vertical, del que se ha descubierto un importante número de hiladas, pero con poco desarrollo longitudinal por las propias limitaciones del área excavada.

Sin ningún aparente revestimiento, ese muro se levanta con piedras calizas cortadas con no demasiada regularidad, en la mayor parte de los casos ligeramente careadas hacia un único lado, en el que se dispusieron mirando hacia mediodía, para homogeneizar el frente que quedaba a la vista de todo el que se acercara hacia el hábitat. De momento, aunque es la única fachada que se ha tenido tiempo de empezar a analizar, ha sido más que suficiente para señalar que estamos ante una construcción de suficientes características que cuadrarían con lo que, para estos momentos iniciales del primer milenio a. C., sería posible considerar como una auténtica muralla.

Como las hiladas más superficiales prácticamente han empezado a detectarse en las primeras capas de tierra que se han levantado, es probable que en los sectores mejor conservados su altura se acerque a los más de cinco metros de acumulación que se han medido en el amontonamiento que hoy cubre la totalidad de sus restos a lo largo de toda la muralla (fig. 5). Es una convicción que alienta el interés que debe mover las siguientes campañas de investigación en el yacimiento, contando con que la muestra analizada del yacimiento es significativamente escasa. Así, en el caso de la muralla, solo se habría explorado en torno al 16,7 % de su superficie, pero sin contabilizar en ello que no se haya registrado toda la potencia estratigráfica acumulada en el área intervenida. Un porcentaje aún más insignificante si hiciéramos el cálculo respecto de toda la superficie de la Mesa, además de la muralla, por lo que gran parte de lo que representa el sitio arqueológico está por investigar.

5. Localización del corte transversal sobre la muralla. Vista cenital, a partir del vuelo citado.

Si la constatación de la muralla representa, en sí misma, el gran éxito de esta primera campaña de excavación, debe tenerse en cuenta que su hallazgo no ha sido un hecho aislado, sino que su aparición ha venido a complementarse con un refuerzo exterior, a modo de torre cuadrangular o rectangular, que se adosó al eje central de la defensa muraria (fig. 6). Las interpretaciones de esta segunda estructura están a la espera de la continuación de la investigación in situ, pero se tienen algunas certezas que pueden avanzarse, como el tipo de articulación entre las dos estructuras, que no conforman una construcción única, sino dos elementos que se adosaron, sin más. También, que la fábrica de las mismas son diferentes y que, por ello, quizá deba hablarse también de dos momentos de erección diferentes, en los que sería posterior la fecha de la torre. Por desgracia, la escasez de contenidos cerámicos en la limpieza de estos dos elementos impide de momento fechar con precisión ambos componentes, salvo esa cronología relativa que al menos podemos arriesgar, respecto de cuál de ellos es más antiguo.

6. Particular del sector excavado de la muralla, durante la realización de los trabajos. Imagen a partir del vuelo de A. Centeno.

En cuestiones concretas de tecnología, la excavación ha demostrado las evidentes diferencias de ambas estructuras, mucho más cuidado el muro principal frente a un levantamiento grosero de la torre exhumada, falto de la más mínima preparación de los bloques utilizados en el paramento exterior y la gran duda de si existió realmente otro paramento por la cara interior. La situación actual de la excavación en este sector parece inclinarse más por la lectura de que se trató de una torre macizada en la que solo era necesario un recubrimiento pétreo, aunque fuese irregular, en los tres lados exteriores de la construcción, pero que fuera suficiente sin el trasero para contener el volumen del relleno aportado en su interior. Una falta de la más mínima dedicación constructiva de los hacedores de la torre que no solo se distancia del tratamiento dado al muro principal, sino que quizás aluda a una construcción de urgencia ante una necesidad perentoria que surgiese a los habitantes del recinto.

En este sentido, hasta que no conozcamos el resto de la construcción, no podríamos afirmar categóricamente que se trate de una torre aislada o si responde a un programa edilicio más completo, con más elementos torreados, que afectó a todo el desarrollo exterior y longitudinal de la más que aparente construcción defensiva, como pudiera deducirse de los amontonamientos pétreos que hoy se observan de tramo en tramo hasta el extremo más oriental de la muralla. Sin constatar fehacientemente este hecho, tampoco sabemos si todas las posibles torres que pudieron haber existido respondieron en su aparición a alguna contingencia ocasional que exigiera un refuerzo rápido del muro original, lo que haría que todas ellas acabaran presentando una técnica constructiva semejante a la descubierta. Incluso si las posibles urgencias edificatorias de la torre analizada fueron una solución concreta a problemas estructurales localizados exclusivamente en esta parte. Está por ver.

Otra cuestión es si la propia muralla y el añadido de sus torres expresan arquitectónicamente una situación de tensión entre vecinos poco amigables, si esa situación de conflicto fue permanente durante toda la vida del hábitat de Mesa de Fornes o, en cambio, se suscitó a partir de un determinado momento de su trayectoria vital. Es probable que la propia actividad económica desarrollada, en la que no se descarta la existencia de importantes transacciones comerciales, exigiera un cercado con el que salvaguardar los productos almacenados y garantizar la recepción de los mismos y la regular distribución de bienes a los mercados receptores, sin presencia de relaciones de desafección ante ajenos en ciertos momentos, al menos.


Los resultados obtenidos en esta primera campaña de excavación abre apasionantes expectativas interpretativas en torno a múltiples preguntas, pero lo reducido de la muestra explorada añade incógnitas que aún no se han resuelto y tendrán que esperar a la continuación de los trabajos. Cuestiones como la importancia del factor indígena frente al foráneo fenicio, las circunstancias de la fundación del sitio, los periodos de desarrollo existentes, el grado y calidad de las relaciones con las poblaciones fenicias, la arquitectura doméstica y productiva existentes, dónde y de qué modo se enterraron sus habitantes, si hubo una artesanía y de qué tipo en la Mesa. Muy variadas incógnitas que no empañan los resultados de esta primera toma de contacto con la arqueología del lugar, sino que habrán de servir de acicate para impulsar la investigación de un yacimiento que puede convertirse en referencia patrimonial de esta comarca en el suroeste de la provincia de Granada y del municipio de Fornes, particularmente, porque en él es donde se sitúa.

Un futuro patrimonial de referencia para una muralla inédita y prácticamente exclusiva en la geografía granadina, pero condicionado a que puedan completarse los estudios arqueológicos previos en los próximos años. Una vez realizados, incluso suficientemente avanzados, se darán las condiciones para poner en valor una imponente estructura arquitectónica de indudable potencial para el desarrollo de la oferta cultural y turística de la comarca. Por ahora, solo se ha empezado a dar el primer paso.

El extraordinario esfuerzo realizado por el Ayuntamiento de Fornes, no solo con su apoyo financiero y dinamizador con los voluntarios, sino por el entusiasmo demostrado desde los primeros momentos, cuando aún se programaba la intervención arqueológica, es digna de encomio. Empezando por la primera edil, su alcaldesa Dª Ana Belén Fernández Navas que ha entendido el trascendental interés que para su municipio tiene este nuevo monumento patrimonial que se ha descubierto. Su ejemplo será imprescindible para futuras acciones protectoras del yacimiento, como impulsar su declaración BIC, avanzar en la adquisición del sitio o ampliar sine die la cesión del espacio a proteger para una gestión más directa del mismo por quienes deben y podrían hacerlo, el conjunto de los vecinos de esta pequeña localidad meridional del Poniente de Granada.

Noviembre de 2022


viernes, 13 de mayo de 2022

CAMBIOS EN LA NECRÓPOLIS RECIÉN DESCUBIERTA EN OSUNA, SEVILLA

 

1. Panorámica general del espacio municipal donde se han producido los hallazgos

¿ADIÓS A LA NECRÓPOLIS FENICIO-PÚNICA DE OSUNA?

(POR UNA MESA DE DEBATE HACIA SU RECUPERACIÓN DEFINITIVA)

Juan A. Pachón Romero

2. Mesa redonda. A partir de un original de la UPNA (Universidad Popular de Navarra).


    Fue bonito mientras duró. Nunca nuestra hermosa villa había vivido en tiempos recientes un revuelo tan ilusionante, apasionado y reconfortante, que pareciera querer devolvernos a lo que supuso la conmoción del hallazgo de las leyes municipales (Bronces de Osuna) en el siglo XIX o los hallazgos de las esculturas ‘ibéricas’ en la primera década del siglo XX. Después de mucho tiempo, se estaba viviendo un sueño: el de que, tras años y años de historia negra de la arqueología furtiva, algo parecía estar cambiando. Aquella fue una horrible época en la que Osuna encabezaba un ranking desgraciado de mala praxis y de paradigma de centro comercial para el mercadeo ilegal de antigüedades; también de abandono del patrimonio arqueológico a su suerte, sin el amparo suficiente de las administraciones competentes. Una suerte de maldición aceptada por todos y solo denunciada por algunos, pero inamovible en su negativa situación, al menos, para los bienes patrimoniales más antiguos de nuestro pentamilenario municipio.
El descubrimiento de la espectacular necrópolis de tumbas excavadas en el suelo rocoso de arenisca miocénica, característica  del sustrato geológico que conforma las alturas donde se asentaron de manera sucesiva las diferentes sociedades que nos precedieron, estaba resultando un hallazgo notable y continuamente destacado en la prensa de toda condición y origen, en parte como algo inédito, en cierta medida excepcional, en otras derivadas sorprendente y muchos más epítetos rimbombantes. Tan exagerada calificación de lo excavado había suscitado, en quienes nos movemos de una manera algo más habitual en el mundo de la arqueología, una actitud más moderada  (http://japr5.blogspot.com/2022/05/algunas-puntualizaciones-sobre-la-nueva.html), en la que las expectativas se habían centrado en la sorpresiva localización de la nueva necrópolis, debajo de la zona urbana de la colonia romana. Además de una tensa expectación, a la espera de que un hallazgo contextualizado pudiera indicarnos realmente en qué época se usaron esos espacios funerarios, para así dilucidar objetivamente si respondieron a expresiones culturales locales como las de nuestros tartesios y turdetanos, más bien que a materializaciones foráneas de fenicios o púnicos.
Pero, ahora, de una manera más que sorpresiva, nos hemos encontrado desde hace unos días con la repentina bajada del suflé, debida a la decisión de los responsables directos de la excavación de clausurar la intervención arqueológica que había alumbrado la necrópolis. Todo, con la aquiescencia del departamento de Cultura de la Junta de Andalucía, una vez que este último había ya determinado la imposibilidad de seguir construyendo en ese sitio el depósito de aguas proyectado por el Consorcio de Aguas Plan Écija, que financiaba la Consejería de Agricultura andaluza, pero que presidía la vigente regidora del municipio de Osuna.
Ante la nueva realidad suscitada, nuestra primera conclusión es considerar que el ambicioso proyecto hídrico y sus consecuencias patrimoniales se encuentra trufado de intereses políticos opuestos que no han tardado en manifestarse con sus más negras proyecciones. Así, a nadie escapa que el signo ideológico de la actual dirección del Consorcio es contrapuesto al que anima a las consejerías del ente autónomo andaluz que se han visto implicadas en el proyecto: Agricultura como financiadora y Cultura como garante de las implicaciones patrimoniales. Ante estas distancias políticas que no hace falta detallar, tampoco es baladí que la finalización abrupta de las excavaciones haya hecho saltar el enfrentamiento dialéctico de los representantes de unos y otros organismos implicados que ya venían actuando juntos, aunque bajo una entente cordial muy débilmente asentada.
Creemos firmemente que resultaría del todo estéril debatir aquí sobre la culpabilidad que pudiera achacarse a cualquiera de las facciones implicadas en la nueva situación, porque sería casi imposible declarar inocente a ninguno de sus partícipes. La situación que arrostramos es que la nueva necrópolis de Osuna se enfrenta a una excavación sin ultimar, en la que se ha dado una evidente dejación de funciones por una de las partes, que no sé si tendríamos mejor que calificar de abandono de obligaciones. Mientras que la otra parte se ha asentado en una posición de rotunda denuncia del contrario, pero sin ofrecer siquiera cualquier posible solución ante el abandono de la actividad arqueológica en ese espacio patrimonial tan trascendental (https://www.elpespunte.es/rifirrafe-a-causa-del-nuevo-yacimiento-arqueologico-de-osuna/).
Las dos partes, por otro lado, solo prometen vagas actuaciones posteriores para el debido conocimiento de la historia antigua del lugar y para la ampliación de la recuperación de los bienes patrimoniales inmuebles de tan señalado descubrimiento arqueológico dentro del BIC, que por su propia catalogación exige del mayor de los esfuerzos para su estudio, recuperación y conservación apropiados. Una indefinida compensación futura que no explica que unos hayan paralizado la investigación para quizás reanudarla después, pero tampoco que la otra parte –propietaria única del espacio investigado– haya hecho todo lo legalmente posible para tratar de  impedirlo. 
Nuestra posición ante estos enfrentamientos y contradicciones es la exclusiva defensa patrimonial, por lo que todos y cada uno de los organismos implicados en esta novelesca historia de pasión y desafección culturales tienen parte importante de culpa en la nueva situación que se abre ahora, en un aspecto tan concreto de la arqueología de Osuna. Por ello, analizaremos sintéticamente las actitudes inapropiadas que pueden apreciarse en las decisiones y posicionamientos que han provocado las actuaciones de cada uno de ellos.

3. Una de las estructuras excavadas en la roca halladas en la necrópolis.


La crítica debe iniciarse con la Consejería de Agricultura, porque su negativa para la continuidad de los trabajos se sustenta en una apreciación meramente economicista, pese a que ya esté aprobado un fondo presupuestario para actividades arqueológicas en el proyecto del Consorcio, dentro de una financiación europea con montante general de 57 millones de euros. Esto contempla sufragar aquellas actividades programadas, contando imprevistos, lo que es tan insignificante que resulta ridículo retirar dicha partida económica en una fase tan avanzada de las actuaciones. Todo, sin considerar que la consecuencia va a ser mucho más lesiva por el abandono de un espacio patrimonial único, que más difícilmente encontrará ahora una solución diferente de investigación y preservación tan directa y automática como la que han contribuido a desperdiciar los responsables de su departamento.
Respecto de la Consejería de Cultura, aún resulta más chocante comprender la situación a la que se ha llegado, considerando los elevados objetivos patrimoniales que debieran perseguirse desde sus sesudos departamentos. El apoyo a Agricultura ha sido claro, no dejando opción a la continuidad inmediata de la excavación, ante lo que las excusas esgrimidas no alcanzan un apoyo del todo objetivo. La paralización de la actividad, como garante de la consecución de unas mejores condiciones de investigación patrimonial del sitio, es un argumento artero, porque no sería la primera vez que la transformación de los parámetros necesarios en la adecuación de una intervención arqueológica se hace sobre la marcha, al tiempo que se sigue trabajando, ampliando e incluso transformando el tipo legal del permiso inicial de dicha intervención y de los equipos científicos implicados. En este último caso, ni siquiera la imposibilidad de afrontar el incremento del gasto generado debería argüirse, porque el generoso presupuesto del proyecto hídrico tendría capacidad de cubrirlo y, en todo caso, la prolongación cronológica de los trabajos daría tiempo para encontrar otras alternativas financieras complementarias. Por no hablar del exceso de celo que ahora tratan de manifestar, mientras no parecía tenerse en lo más mínimo cuando se permitió una obra de esta envergadura en un espacio declarado BIC hace tiempo y afecto a las importantes cautelas que su consideración contempla. 
En último término, respecto del Ayuntamiento, aunque la postura de la corporación municipal puede acabar pareciendo lógica, su representante electa no debería haber centrado su rechazo en la directa oposición a la decisión tomada por sus oponentes políticos de la Junta de Andalucía. Así, solo consigue instalarse en un único plano, el de la confrontación, olvidándose precisamente de aquello de lo que indirectamente se lamenta que es el patrimonio. Son muchos los ayuntamientos andaluces que han tomado partido por la defensa de los bienes culturales, concertando convenios de colaboración en esta materia con instituciones científicas, la propia Consejería de Cultura y colaborando con financiación propia y de las Diputaciones Provinciales. Precisamente, es en eso en lo que el Consistorio de Osuna debería estar ahora, sentado con los organismos competentes para buscar la única solución posible que es la continuidad de los trabajos arqueológicos, pero comprometiendo activamente su participación en los mismos, consensuando un acuerdo beneficioso para la necrópolis y dejando de repartir responsabilidades e irresponsabilidades culposas entre los otros. 

4. Vista parcial con algunas de las estructuras excavadas.


  Aunque también puede que haya faltado entre todos la comunicación exigible. La Junta quizás haya tomado una decisión precipitada sin contactar siquiera con el propietario del terreno en el que se actuaba, mientras que el Ayuntamiento tampoco sabemos si consultó con la administración para pedir las explicaciones pertinentes, antes de denunciar lo sucedido a la prensa. Parece razonable que, si quisieran tenerse los encuentros que debieran entre todos los organismos implicados, hubiese sido imprescindible tener abierta una vía de comunicación efectiva entre ellos, con un trasvase de información suficientemente fluida en ambos sentidos, como no parece haberse producido y debe exigirse entre administraciones. Es probable, igualmente, que hoy no estaríamos así, si desde un principio se hubiese pensado en otro sitio fuera del BIC para la ubicación del depósito, pero en esto ni Ayuntamiento ni Junta parecen haber tenido la más mínima sensibilidad para evitarlo. Claro, de haberse producido, tampoco sabríamos hoy lo que hemos empezado a conocer en esta parte del yacimiento, aunque ello no exima de la falta de previsión y celo patrimonial debidos por parte de ambas entidades.

Aunque también puede que haya faltado entre todos la comunicación exigible. La Junta quizás haya tomado una decisión precipitada sin contactar siquiera con el propietario del terreno en el que se actuaba, mientras que el Ayuntamiento tampoco parece haber consultado lo suficiente con la administración para pedir las explicaciones pertinentes, antes de denunciar lo sucedido en la prensa. Parece razonable que, si quisieran tenerse los encuentros que debieran entre todos los organismos implicados, hubiese sido imprescindible tener abierta una vía de comunicación efectiva entre ellos, con un trasvase de información suficientemente fluida en ambos sentidos, como no parece haberse dado y como debe exigirse entre administraciones. Es probable, igualmente, que hoy no estaríamos así, si desde un principio se hubiese pensado en otro sitio fuera del BIC para la ubicación del depósito, pero en esto ni Ayuntamiento ni Junta habrían tenido la más mínima sensibilidad para evitarlo. Claro que, de haberse producido, tampoco sabríamos hoy lo que hemos empezado a conocer en esta parte del yacimiento, aunque ello no exima de la falta de previsión y custodia patrimonial debidos por parte de ambas entidades.

Con independencia de todas estas reflexiones, tampoco los demás debemos permanecer pasivos, como simples espectadores, ante el riesgo de que la necrópolis acabe quedando en el más absoluto de los olvidos, sino que tenemos que adoptar una posición positiva que ayude a la reconducción de la situación y a alcanzar la mejor solución de las posibles. Como interesados, estudiosos, profesionales de la historia y la arqueología, simples ciudadanos, miembros de asociaciones culturales locales o no, etc., cabría proponer una actividad inmediata que facilite una salida con que satisfacer a todos y volver a colocar en su sitio el hallazgo patrimonial que estamos considerando. Se trataría de una mesa de debate sin afecciones ideológicas, pero con participación de arqueólogos, técnicos patrimoniales, miembros de equipos de investigación, representantes de asociaciones civiles y de la administración, para limar diferencias y alcanzar acuerdos. Así podríamos tratar de despejar un camino que culmine en la definitiva investigación de los espacios funerarios descubiertos, su análisis profundo y su apropiado estudio, junto con su recuperación, puesta en valor y reversión a la sociedad para su disfrute público. En definitiva, que la protección de los bienes culturales acaben siendo lo único que nos mueva, lejos de enfrentamientos interesados entre políticas partidistas y personales, que siempre están al margen de lo que debiera ser la única prioridad pública: la defensa activa del patrimonio histórico común.

Granada, 13 de mayo. 2022